En las últimas semanas se ha constatado un aumento sensible de currucas capirotadas (Sylvia atricapilla) en el parc. En años anteriores estas concentraciones se daban en el lago menor, donde tenían vegetación cobertora, agua de fácil acceso y alimento. Pero las condiciones de este lago, seco hace muchísimos meses y la eliminación de vegetación les ha impedido utilizarlo. Podría parecer que, debido a los pocos espacios existentes en el parc con vegetación, su presencia podría haber disminuido. Y bien así ha ocurrido durante septiembre (esto ya fue comentado en entrada anterior en cuanto a su fenología). A pesar de ello, las currucas capirotadas han formado un bando monoespecífico que ha ocupado la zona más cercana al lago mayor. ¿Cuales son las características de este pequeño espacio, de este "microcosmos", que lo convierte en tan apetecible para esta especie?. ¿Tanto para que se concentren en pocos metros más de una veintena aproximada de ejemplares?. En primer lugar, la zona se encuentra muy pocos metros de la zona inundada de cipreses de pantano. Como otras especies, las currucas utilizan esta vegetación para poder descender hasta la lámina de agua y beber con cierta tranquilidad. Pero tan solo beben... No se suelen bañan.. ¿ y dónde lo hacen? Si acudimos a primera hora de la mañana, cuando todavía no hay una especial presencia humana y/o perruna, encontraremos un curioso comportamiento... Casi todo el bando de currucas se mueve por esos cipreses y muchas de ellas, en grupo, salen de su protección y comienzan a posarse sobre las hojas del Pittosporum, el arbusto plantado alrededo. Las hojas del mismo son duras e impermeables y en ellas se acumula el agua de lluvia o la simple humedad. Estos baños comunales no habían sido presenciados hasta el momento. Sí que detecto hace años a ejemplares solitarios o a los petirrojos (Erithacus rubecula) que utilizaban este sistema para bañarse. Se supone que este agua es limpia y llama la atención que las currucas se expongan tanto, a pesar de la tranquilidad del momento. Si se espantan, tan solo deben realizar un corto vuelo a los cipreses o a los alcornoques cercanos... Pero no acaba ahí el curioso aprovechamiento del líquido elemento. En estos días de lluvia, se ha generado un charco en la zona más deprimida, junto a la higuera. Allí, al descubierto, las currucas tan solo bebían agua... pero no se bañaban. También hay que decir que las aves están sumamente atentas...
A todo ello debemos apuntar que las capirotadas en esta zona tienen el alimento más que asegurado. Independientemente de los insectos que puedan recoger de los álamos o las puestas o pulgones que encontramos en el envés de sus hojas, las capirotadas han aprovechado ostensiblemente las bayas del Cotoneaster horizontalis, hasta el extremo de hacerlas desaparecer. A ello debemos de sumar la cercanía de palmeras canarias que, en estos momentos, tienen los dátiles maduros, con un tamaño adecuado en algunos casos para ser ingeridos. Resulta llamativo ver como al alimentarse en las palmeras, elevadas y al descubierto, tanto machos como hembras se posan juntos sin mostrar ninguna actitud agresiva...
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