El visitar un parque para disfrutar de su vegetación y fauna debería ser algo placentero. Pero en ocasiones Diagonal Mar es sinónimo de frustración. Y esto es lo que ocurrió ayer. Para comenzar, intenté dar una vuelta por el montículo cercano al lago, un espacio donde su loma se ha dejado crecer la vegetación. Es un lugar muy bueno donde se concentran la mayoría de paseriformes migrantes. Aunque en ocasiones te encuentras personas tumbadas que ahuyentan las aves. En este caso, nada a criticar porque no está prohibido el acceso y cualquiera tiene derecho a disfrutar del parque con respeto. Pero ayer, sobre las 16h00 me encontré a una pareja manteniendo relaciones sexuales coitales incluyendo manifestaciones sonoras. No es ni el lugar ni el momento. Además a la vista de las cientos de terrazas de todos los rascacielos. Algunas feromonas siguen excitadas. Por supuesto ni un migrante. En los tubos de las gaviotas contabilicé 191 reidoras (Larus ridibundus), hasta que un padre con su hijo decidió que los tubos son elementos flexibles para hacer de columpio. Tanto balanceo acabará rompiendo estos tubos diseñados por Enric Miralles. Y quien sabe si un accidente grave. ¿Qué está pasando? El ajuntament ha puesto a una persona que se dedica a limpiar estas piscinas, pero ahora no las llenan de agua, por lo que la gente accede sin problemas y espantan a todo bicho viviente. Y para acabar, como había 5 ocas (Anser anser) en la zona prohibida a un padré se la peló toda la cartelería y cuerdas y se metió en esa zona. Muy interesante por cierto cuando se ha detectado gripe aviar en punto cercano. En este caso, una jardinera vigilante tocó el silbato desde la orilla contraria y el señor salió del espacio. Eso sin contar los perros sueltos que se siguen moviendo con total impunidad. Y no es que yo esté a favor de prohibir la entrada de perros, eso sí atados y educados.
jueves, 29 de septiembre de 2022
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