Nuestro amigo el Doctor Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo nos ha dejado. De forma súbita, inesperada, a los 65 años de edad. Algunos de los que leaís esta necrológica (de nekros, como esas rapaces a las que amaba) ni tan solo habréis oido hablar de él. No tuvistéis esa fortuna. Así era, modesto, alejado de cualquier destello de fama y protagonismo. Y sobretodo incansable... Dedicó toda su vida por Montejo y sus buitres. Y si hoy día existe este fabuloso Refugio es sin duda alguna por su denodado esfuerzo y convencimiento absoluto en el mismo. Fue un vertebrador de las ilusiones de muchos. Un hilandero de voluntades y esfuerzos con un único objetivo. Mantener viva aquella Ciudad de los Buitres que Rodriguez de la Fuente le presentó cuando Fidel era aún un chaval. Pero ante todo, Fidel era un conservacionista y un científico. Todos sus esfuerzos e incluso su vida desde bien joven, se encaminaron a proteger este refugio. Como él decía, ganó diferentes guerras por su conservación. Llegó a detener explosiones en canteras cercanas o a desviar el vuelo de aviones de combate. A luchar contra imposiciones administrativas como la Senda Larga que ponía en peligro a nuestros buitres. A restituir a guardas en su puesto de trabajo, como a Hoticiano. Pero no hay que olvidar en momento alguno su vertiente matemática y profesional. Catedrático y Doctor Cum Laude en Matemáticas, profesor en la UNED, su mente le permitia procesar y memorizar infinidad de datos. Te enseñaba un cortado desnudo del refugio y localizaba mentalmente todos los cientos de nidos estudiados durante decenios, recordando año tras año hasta el número de pollos exitosos o fracasados en el mismo. Y esa prodigiosa memoria la utilizaba incluso pedagógicamente. Si le comentabas o le enviabas una cita, automáticamente la valoraba enormemente... "Es la cita 18 en el Refugio. Qué interesante" y te hacía sentir especial. Aquel no era, como tú pensabas, un dato cualquiera. Tenía una gran trascendencia en ese universo numérico montejano. Y eso te impulsaba y animaba a colaborar con él. Y convertía su proyecto, en el tuyo... Y en el de otros muchos. Una vez, no recuerdo cuando (aunque mi informe escrito y detallado enviado a Fidel lo recogía), oteando yo los cortados montejanos, localicé bajo un chaparro a un ser que se protegía en su sombra del tórrido sol. Fidel estaba contando buitres, como no, con su bloc de notas. A las semanas, pude llamarle por teléfono y le comenté que había estado en Montejo y que había sorprendido a uno de los vertebrados más difíciles de localizar... Podría contar más anécdotas sobre su vida, tras casi 30 años de comunicación con esta entrañable persona y que a veces manifestaba su amor por esas tierras y buitres con un marcada emoción casi infantil, esa emoción que muchos hemos olvidado y que es el mejor motor para alcanzar y lograr hitos impensables, como los que alcanzó Fidel. No soy yo precisamente nadie para loar su figura, elogios que serán realizados con mayor autoridad y conocimiento por aquellos más montejanos, más cercanos a esta gran persona que, nos ha dejado huérfanos a muchos, pero cuyo conocimiento e impulso deberán mantenerse entre todos nosotros con un único fin. Y que es el mismo con el que predicó Fidel. Proteger esa Ciudad de los Buitres y que gracias a él y sus más cercanos colaboradores se ha convertido en la colonia de cría más importante de Europa.
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