Ayer por la tarde, acompañado de nuestro amigo Jordi Cebrian, fuimos al espigón del Port Olímpic a ver si teníamos la fortuna de localizar al correlimos oscuro (Calidris maritima). Y desde la valla que casi finaliza la infraestructura, pudimos verlo, tan tranquilo, alimentándose pausadamente sobre una roca protegida del olejae marino. Debe tratarse del mismo ejemplar del año pasado que ha vuelto al mismo sitio. Lo que refuerza mi hipótesis de que mcuhas aves vuelve siempre a lugares de invernada, como ocurre con los reprodcutores. Hipótesis ya expuesta por los movimientos que controlo de aves invernantes en Diagonal mar y que ya expliqué en este blog hace 4 años.
Dicho esto, pocos más movimientos en la zona en cuanto a aves marinas. Tan solo recoger la presencia de 8 cormoranes moñudos (Phalacrocroax aristotelis) dispersos por las rocas y la ausencia de aves marinas en el espigón del Bogatell, por donde pasa la gente con sus tablas de surf y donde actualmente no hay ninguna protección a este espacio. De ehcho, había un barco fondeado en la playa a unos 20 metros de la línea de playa y desde el cual se accedía en zodiac. Todo un claro ejemplo de que la administración bien poco le importa la preservación de aves protegidas en Barcelona que a nivel europeo comienza a mostrarse como una ciudad de política ornitológica casi tercermundista.
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