Bonanza a final de octubre... Aún grandes libelulas de abdomen arqueado sobrevuelan estas aguas calmas. Y la gran araña se permite insolarse al abrigo del vergel acuático. Pero los chopos, ya maduros tras 17 años de haber enterrado aquí sus raices, saben que el tiempo corre... Amarillean sus hojas, preparándolas para un breve vuelo sin retorno. Su ADN les exige deshacerse de esa carga inutil. Hay que afrentar el invierno. Mientras, la vida se agolpa presurosa en esas hojas ya mustias. Seres diminutos ocupan el envés, desarrollando ciclos biológicos casi invisibles a nuestras miradas. ¿Pero, quien frena la expansión de esta vida casi microscópica?... En estos últimos días de octubre, los chopos del parc se llenan de pequeñas aves insectívoras. Los mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) arriban de lugares lejanos, algunos a miles de kilómetros. Se mueven activos entre esta futura hojarasca y picotean el envés de estas hojas con avidez. Su modo de proceder recuerda en ocasiones al de una garceta. Observa los objetivos y lanza certeros y repetidos picotazos con los que captura sus presas. Parece necesitar, previo a la captura, focalizar su objetivo con una fugaz mirada. Requiere por lo tanto de mayores movimientos por las ramas del chopo, a veces revoloteos, ya que parece elegir "presas más grandes". En cambio, la técnica del carbonero garrapinos (Parus ater), difiere notablemente del anterior. Se mueve entre las ramas, buscando hojas donde la concentración de alimento sea mayor. Y con su pico repasa minuciosamente todo el envés de la hoja, recogiendo todo tipo de ser viviente. Parece dejarlas limpias. Y parece elegir presas más pequeñas y más abundantes. Los herrerillos comunes (Parus caeruleus) en este microhábitat recuerdan más a un funambulista. Insisten más en los intersticios de peciolos y ramitas, intentando extraer de allí otro tipo de alimento. Es más que probable que, pasados unos días, las costumbres alimenticias de todos ellos cambien en función de la disponibilidad de alimento. Pero, la pitanza es diminuta, y al observador con prismáticos en ristre le es imposible conocer con precisión de qué se alimenta o alimentará cada uno... Tan solo sabemos que estos amarillentos chopos otoñales atraen cada año a más páridos y demás avecillas. La madurez importa...
lunes, 30 de octubre de 2017
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