Ayer una pareja de urracas (Pica pica) comenzó a construir un nido que se ve bien junto a mi ventana. Hay otro cercano, ya construido, pero no observo movimiento alguno. Coincide esto con el confinamiento, por lo que voy a intentar, en la medida de lo posible, seguir sus movimientos. Para comenzar, coincidente o no, aparecen las primeras hojas en las ramas más altas e insoladas del almez (Celtis australis) donde estas inteligentes aves van a criar. No debe ser coincidencia. Ninguna ave, y menos tan inteligente, criaría en un árbol de hojas desnudas. Y en este caso, lo están haciendo a unos 70 metros de un nido de cotorra argentina (Myiopsitta monachus) perfecta proveedora de palitroques ya cortadas, de los propios almeces. De esta forma, la urraca se ahorra el trabajo de cortarlos o recogerlos. Y gana esfuerzos y tiempo en su cría...
La supuesta hembra está dentro del nido, aún sin techo. Lo arregla y arregla, casi obsesivamente, con rápidos movimientos. El supuesto macho llega y la aporta un alimento que ella traga con rapidez y sigue a lo suyo. El macho, mira a su alrededor y comienza a eliminar ramas cercanas al perímetro del nido.... Ramas que quizás le puedan dificultar el acceso y que son entregadas a la hembra para que las aproveche en la construcción. El macho está merodeando por el barrio, en busca supongo de ramitas y de comida para la hembra y esta va haciendo el cuenco donde pondrá... Cada vez que la hembra decide que ha adecuado parcialmente su nidal, sale volando en busca de más ramitas... En pocos días habrán finalizado la obra que acaba con el ya conocido techo y que les otorgará discreción y seguridad...
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