Curioso título, para el siguiente planteamiento. Buena parte de los barrios actuales de Barcelona menos céntricos como Sant Martí (y otros) se desarrollaron urbanísticamente en los 60 y 70. Asociados a ellos se decidió, en aquel momento, plantar en sus calles un árbol más que conocido, el platanero. Y pasados los años, a pesar de las talas de árboles, siguen siendo el referente en estos barrios. Pasados ahora esos años, estos árboles, ya gruesos, ofrecen en sus troncos una amplia variedad de orificios de diferentes tamaños, a veces de buen tamaño que permiten el asentamiento de especies que lentamente se expanden por Barcelona. Es el caso de la cotorra de Kramer (Psittacula krameri) que ya ha ocupado algunos plataneros en el Besòs, hace un par de años, y ahora hace lo mismo en Sant Martí. O especies más pequeñas, como el herrerillo común (Parus caeruleus) que ocupa orificios mucho más pequeños en esta misma especie. Un fruto casual de una urbanización realizada ahora hace casi medio siglo.