Pero esa llovizna no tan solo obliga a las grandes aves a descender al Parc de Diagonal Mar. También obliga a buscar refugio a los migrantes más pequeños y que después de centenares, o en ocasiones miles de kilómetros, se ven obligados a buscar refugio ante el imprevisto de la lluvia.
Hoy hemos tenido una buena representación en el Parc. Al menos ocho papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca), uno de ellos un precioso macho negro con la marca blanca de la parte superior del pico bien delimitada. Otros papamoscas, en este caso los grises (Muscicapa striata) también se han visto bien representados con un par de ellos. A ellos se han sumado los habituales colirrojos reales (Phoenicurus phoenicurus), un total de tres. Cinco mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus) se movian entre el ramaje de los chopos. Y también he podido localizar a un macho de curruca zarcera (Sylvia communis), precioso, con sus tonalidades de plumaje bien marcadas gracias a la lluvia. Y para no dejar de reivindicarse, un bandito de ocho golondrinas comunes (Hirundo rustica) revoloteando a la captura de insectos a pesar de esa fina lluvia...
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