Las abejas aparecen por doquier, acumulando en sus patas traseras el primer polen de la estación. Los abejorros también pululan alrededor de las blancas flores de los escasos frutales del Parc. A ellos se unen las esfinges, libando desde su perfecto y mágico equilibrio aéreo los mismos dulces reclamos que los anteriores insectos. Y es que no tan solo se puede disfrutar de la naturaleza en el Parc contemplando las bellas aves. La existencia de tan solo unas pocas flores se convierte en cualquier espacio urbano en un hipnótico reclamo para cualquier insecto alado. A ello debemos sumar una pléyade de seres que dependen de las aguas del Parc para subsistir. Todos ellos constituyen una muy específica cadena trófica urbana que culmina en no pocas ocasiones en la existencia o carencia de esos macroseres plumados con los que tanto disfrutamos... Por todo ello, debemos ser conscientes que la diversidad ornitológica de cualquier Parc urbano se sostiene en aquellos seres más ínfimos que desafían a los poderes fácticos, invadiendo silenciosamente sus aguas o sus flores...
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