Uno de los ruiseñores bastardos (Cettia cetti) se ha hecho "fuerte" en la zona de los cipreses de pantano, volando a menudo a otras ubicaciones cercanas. Desde posiciones tanto escondidas como al descubierto, emite su reclamo intentando que otro ejemplar que había en la zona no lo invada. Ni ese ni otras especies... Se observa como un petirrojo (Erithacus rubecula) entra en el espacio y es expulsado por el ruiseñor... El petirrojo, se muestra tan interesado por este residente que, sorpresivamente, comienza a emitir su canto característico, pero intentando imitar el canto del bastardo en alguna de sus notas. El bastardo parece enojarse más y lo expulsa no solo de los cipreses... Curioso comportamiento el del petirrojo dirigido quizás más a aprender un canto que no a ocupar este espacio, donde van más habitualmente a beber. Pero una vez el Cettia ha expulsado al petirrojo, aparece un macho de curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) que comienza a perseguirlo... poco tiempo, pues el Cettia, una vez localizado al agresor, cambia las tornas, y acaba persiguiéndolo y expulsándolo. El Cettia, satisfecho, sale a "campo abierto"... se posa en el forjado metálico al descubierto y emite su canto.
martes, 20 de septiembre de 2016
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