NUESTRA SELVA AMAZONICA...

Estamos acostumbrados, gracias al mundo que nos llega por TV o Internet, a disfrutar con documentales de todo tipo. De tanta temática que en ocasiones nos sucumbe en el hastío... El león caza antílope; llega la hiena, echa al león; llegan los leones echan a las hienas; llegan más hienas; llegan los turistas con los jeeps...Y el antílope, ya muerto, se pregunta "qué pinto yo aquí"... ;)

Otro de los temas menos recurrentes en nuestros documentales, pero sin duda más apasionantes son las forestas amazónicas... Y más en concreto sus estratos más arbóreos. Esas copas donde han evolucionado miles de especies que no necesitan mantener ningún contacto con el suelo, en muchas ocasiones a bastantes decenas de metros del mismo. Un ecosistema complejo que había pasado desapercibido hasta hace poco y que ahora se nos muestra gracias a la ingeniería documental y científica.

Y vosotros os preguntaréis...¿a qué viene ahora esta reflexión?. Pues a la sencilla presencia ayer de un joven y un adulto de herrerillo capuchino (Parus cristatus) en el parc... Y a la de hace unos días de una pareja de herrerillos comunes (Parus caeruleus). Los páridos, como otras especies de fringílidos no son sedentarios del parc (de forma generalista), pero se observan casi todo el año. Hay bastantes especies y ejemplares de pequeños pájaros, específicamente forestales que nacen y se reproducen en ese dosel arbóreo, en ocasiones a varias decenas de metros del bullicioso ruido. Y muchos de ellos pasan por el parc, por esos caminos para ellos que son las copas de los árboles. Si agudizamos el oido más que la vista, podremos localizar carboneros comunes (Parus major), jilgueros (Carduelis carduelis) y demás pajarillos en las copas de plataneros bien altos de la Diagonal, las Ramblas o el passeig de Gràcia. Ellos viven allí, hacen sus nidos, cantan o se reproducen... Y las hormiguillas humanas caminamos inmersas en nuestras preocupaciones, obviando esa selva amazónica anónima que tenemos tan solo a unos metros de nuestra cabeza.
Esas copas de árboles son para estas aves carreteras por las que transitar y desplazarse a lo largo de la ciudad. Los plataneros, cada vez más maduros en algunos barrios, después de décadas de su plantación, se conectan gracias a su ramaje y permiten ese tránsito. A la vez, dan cobijo para los nidos con sus pequeños orificios y aumentan el alimento a disposición de ave sinsectívoras, al extender ese dosel arbóreo...  Esta situación ha permitido a muchas especies de aves distribuirse y colonizar los diferentes espacios urbanos... Así ha ocurrido con el herrerillo capuchino (Parus cristatus) que transitando por estas copas ha arribado a zonas de pinos, en ocasiones de pequeña extensión... Pero la suficiente para poder asentarse y reproducirse... Nosotros, mientras, observamos a las aves desde tierra, cuando ellas gestionan su  espacio vital, casi siempre, desde esas vías urbanas verdes que son el ramaje de nuestros miles de árboles...