Esta tarde había una verdadera gaviotada en el Parc. Un mínimo de 285 gaviotas reidoras (Larus ridibundus), el máximo del año. Pero tan solo una anillada el año pasado en el zoo de Barcelona. Más 9 gaviotas cabecinegras (Larus melanocephalus) una con anilla metálica francesa, 2 gaviotas sombrías (Larus fuscus) y 84 gaviotas patiamarillas (Larus michahellis). Entre todas ellas, dos garcetas comunes (Egretta garzetta) y los cinco gansos (Anser anser) que no se han marchado quien sabe donde. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, el lugar más tranquilo del Parc es el Pipi Can. Allí, donde no suele haber perros, la fuente de agua permite a los pajarillos beber del líquido elemento. Petirrojos (Erithacus rubecula), machos y hembras de curruca capirotada (Sylvia atricapilla), mirlos (Turdus merula) y mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) aprovechan el agua limpia para beber. No obstante, llama la atención el contemplar como el herrerillo capuchino (Parus cristatus) o el propio mosquitero común (P. collybita) prefieren bañarse y limpiar su plumaje en un pequeño charco de agua embarrada. Actos que ellos entenderán mejor que nosotros... Por último, comentar la curiosidad de ver llegar en vuelo a una mariposa la Vanessa atalanta, que acaba posándose en una rama prominenente de un cinamono, repleto de frutos esféricos. Allí sus alas negras parecen recargar al lepidóptero con los intensos rayos de sol que caen esta tarde. Todo un misterio saber como estos invertebrados subsisten al frío del invierno.
lunes, 6 de diciembre de 2010
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