Ayer nos llevamos un susto con un incendio nocturno en el parc. Afortunadamente, los bomberos fueron muy eficaces, como siempre, actuaron rápido y solo afecto a la vegetación arbustiva y arbórea al lado del puente. Se quemaron las palmas secas de las wasingtonianas lo que fue más espectacular. Esta mañana, con las cenizas quizás aún tibias, se convertía el espacio en un lugar de concentración. Vecinos, fotógrafos y ornitólogos especulaban sobre el origen, especulaciones algunas manifiestamente absurdas o incluso interesadas. Me dedicaba yo a otras cosas. A localizar qué especies de aves atraía el espacio quemado. Y ha sido más que notoria. Vemos en ocasiones esos documentales africanos o australianos en los que hay aves que aprovechan el fuego. Pues aquí también... Media docena de petirrojos (Erithacus rubecula), 3 currucas cabecinegras (Sylvia melanocephala), 1 ruiseñor del Japón (Leiothrix lutea), 4 mosquiteros (Phylloscopus collybita), 1 ruiseñor bastardo (Cettia cetti) y hasta un zorzal joven (Turdus philomelos) recogían el alimento a la brasa. En fin, lo que para algunos es un desastre, para otros es una oportunidad. Alli he estado un buen rato con José Molis que luego ha fotografiado una abubilla (Upupa epops).
domingo, 22 de enero de 2023
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