Ayer pude escuchar en el parc una serie de cantos bastante curiosos entre un ruiseñor bastardo (Cettia cetti) y el herrerillo común (Parus caeruleus). Al pasar por la zona de los cedros de pantano estaba cantando explosivamente el ruiseñor bastardo. La mañana era algo fría, pero el sol era intenso y parecía empujar al ave a denotar su localización gracias a su canto que repitió tres o cuatro veces seguidas. Un herrerillo común que se encontraba a menos de 10 metros, alimentándose en una encina, imitó el canto del ruiseñor. Sus notas, eran evidentemente, de menor intensidad, más seguidas y más agudas. No obstante la cadencia era similar y conseguía que se pareciera. Conocemos ya la capacidad de los cantos de los páridos en cuanto su versatlidad e imitación. Pero no me dejó de sorprender que quizás tan solo habiéndolo escuchado en ese momento (aunque quizás ambos son residentes y vecinos en estos días de invierno) lo imitara tan bien a pesar de las diferencias... Pero lo que me dejó más sorprendido aún fue que, cuando el ruiseñor bastardo escuchó varias veces el canto del herrerillo, modificó el suyo. Bajó la intensidad notoriamente, dejó de ser explosivo e introdujo notas agudas intentando imitar aquello que estaba escuchando... El mundo de los cantos es un verdadero misterio. Nosotros, creo que erróneamente, simplificamos enormemente el significado de este tipo de comunicación que se lleva perfeccionando durante millones de años, más que nuestra habla... ¿Qué quería el ruiseñor intentando imitar al imitador?. Es el único ruiseñor del parc, quizás se sienta "solo" al no escuchar reclamos de otros congéneres... quien sabe.