Hace unos días recogíamos que en la zona de influencia del Parc se concentraban a diario aviones comunes (Delichon urbicum), golondrinas (Hirundo rustica) y vencejos comunes (Apus apus). A ellos debemos sumar hace un par de días a un par de vencejos reales (Apus melba) que se aprovechan de aquellos pulgones que consiguen atravesar esta red viviente de aves que vuelan más cercanas a las copas de las tipuanas. De hecho, se han llegado a congregar casi unos 30 aviones comunes, cantidad importante si se tiene en cuenta que no crían en zonas cercanas. Se puede observar como los jóvenes realizan quiebros, algunos inseguros, capturando pulgones, mientras que los adultos los ceban ocasionalmente en vuelo.
Pero ocurre que esta situación, localizada casualmente en esta zona, es habitual en toda Barcelona y en localidades cercanas como Badalona. En Montigalá he visto vencejos, golondrinas y aviones sobrevolando copas de tipuanas. En Bac de Roda, vencejos y golondrinas. En Sant Martí, aviones comunes y vencejos... Parece ser que la introducción de este árbol en Barcelona ha significado un beneficio evidente para estas especies, algunas de ellas como los aviones en franca regresión. Pero no conocemos (al menos yo) que otro tipo de consecuencias tiene la introducción de este árbol a nivel ecológico. Y ni si la rarefacción de estas especies de aves puede verse frenada por la seguridad de este alimento temporal. Ni siquiera si estos pulgones son autóctonos o alóctonos o si al ser este árbol un evidente productor de los mismos puede potenciar la expansión en vuelo de estos insectos hacia otros lugares o explotaciones agrícolas... Sea una situación u otra, es evidente que nuestras avecillas son esa primera línea de defensa ante una situación que tan solo nosotros hemos producido.
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